Lautaro y la sombra
Lautaro se sentía solo y aburrido.
No tenía ningún juguete nuevo y los viejos ya lo aburrían.
Como no se le ocurría nada que hacer...
...fue hacia el baño a cepillarse los dientes para irse a la cama a mirar la tele.
Pero, de repente, se cortó la luz.
Después de un rato sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, que ya no estaba tan oscura.
Mientras tanto mamá encendía velas en toda la casa.
Dejo una en la cocina.
De pronto Lautaro notó algo extraño en la pared.
Detrás de él había una figura enorme, un gigante.
Se acercó lentamente y el gigante se hizo mas chiquito, hasta quedar igual a él.
Claro, era su propia sombra, pero...
¡Su sombra se movía sola!
De pronto se estiraba...
... y después se volvía gorda.
Se inclinaba, se retorcía y hasta parecía bailar.
¡Lautaro pensó que su sombra estaba viva!
Pero en ese momento el viento apagó la vela.
Lautaro, sorprendido, se quedó muy quieto...
...buscando a su sombra, que ahora estaba suelta en la oscuridad.
La descubrió haciendo cosas increíbles.
Y no estaba sola.
Había muchísimas sombras más...
...que jugaban y se divertían.
Hasta que de golpe...
¡Volvió la luz!
Y Lautaro se encontró solo otra vez.
Aunque ya no se sentía tan solo.
Con él estaba su sombra.
Se fue a dormir, sabiendo que al apagar la luz...
...su sombra lo acompañaría, esperando que llegara la mañana para estar con Lautaro al despertar.
Y así, junto a él, no sentirse sola ni aburrida.
Pero, ¡un momento!
Hay una cosa que olvidaron:
¡cepillarse los dientes!
Autor: José María Gutiérrez, Pablo Zweiz
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